Hace unos días el instinto materno me jugó una mala pasada. Me sentía cansada, y sobre todo con el estómago muy revuelto, mareada…sí sí…seguro que estáis pensando lo mismo que pensé yo: “¡seguro que estaré embarazada!¡Ay Dios!”
El primer paso fue hacerme un test de embarazo que salió negativo, me tranquilizó, pero pasaban los días y yo seguía encontrándome mal, sabía que algo pasaba. Y no sé bien cómo ocurrió, pero de repente me encontré acariciando mi barriguita (o barrigón mejor dicho). Pero ¿qué nos pasa a las mamis locas? ¿creemos que tenemos energía infinita? ¿no tenemos bastante con el amor, y el trabajo, que nos dan las princesas?
Pues es que estamos locas de remate, y es culpa de nuestro instinto maternal, de nuestra naturaleza, que ha provocado que en solo 1 minuto haya estado: asustada, feliz, preocupada, agobiada, sonriendo, emocionada y planeando una nueva vida. Me decía a mí misma: “no estás embarazada loca”, pero mi mente iba por otro lado pensando en posibles nombres… y mi corazón lloraba de miedo… una coctelera sin sentido.
Pensé en hacerme otro test pero en realidad me sentía tranquila y totalmente convencida de que íbamos a ampliar la familia, solo podía pensar qué iba a hacer ahora con el trabajo, si tendría un embarazo tan duro como los otros dos, pero también pensaba si ésta vez sería un niño e imaginaba la cara de felicidad de la hermana mayor cuando le contara la noticia, que siempre me dice que quiere tener muchos bebés en casa 😉.
Pues eso…yo seguía con mis planes en solitario, papi me preguntaba si estaba mejor y se quedaba callado con mi respuesta, pensativo, y me decía “que no estás embarazada, ve al médico y verás que será algo de estómago”, pero yo no le hacía ni caso, sabía que estaba embarazada y ahora solo tenía que organizarme y replantearme de nuevo mi vida, romper la lista anterior y volver a hacer una lista nueva.
Pero nuestra amiga la señora roja hizo su aparición estelar para bajarme del tirón los pies a la tierra. No sentí alivio ni tranquilidad, todo lo contrario, sentí tristeza y vacío, porque ya te quería aunque no fueses de verdad.
Me gusta sacar conclusiones y reflexiones de todo lo que me pasa, bueno o malo, y en esta ocasión no paraba de pensar por qué quería volver a ser madre. Y la otra noche descubrí la respuesta cuando después de enfadarme esa tarde con la hermana mayor varias veces, incluso con algún que otro grito, ella pidió dormir con mami y echadas en mi cama se agarró muy fuerte a mi cuello y me dio un beso, y así nos quedamos abrazadas hasta que se durmió, y entonces lloré, arrepentida por los gritos y regañarla, emocionada por ese abrazo lleno de amor que me hacía sentir tan bien, y seguí llorando un rato. La conclusión: no hay nada ni nadie en mi vida que me haga sentir así de afortunada y feliz, solo lo consiguen mis princesas y papi, su sonrisa y sus abrazos me llenan por completo.
Si lo pienso un poco más es duro decir eso, pero es la verdad, creo que cuando te conviertes en madre el resto del mundo pasa a un segundo plano: la familia cada día menos unida, los amig@s cada uno con su vida, y el trabajo fuera de casa ya ni te cuento, te da más penas que alegrías.
Ahora eres madre y debes concentrar todas tus energías en cuidarlas, en quererlas, en evitar estresarte para ser lo más paciente que puedas, solo importan ellas, y nuestro pilar fundamental que es papi, el que se encarga siempre de hacernos reir.
Creo que me gustaba la idea de volver a ser madre para seguir sintiendo ese amor multiplicado, y así cuando la hermana mayor sea una adolescente y empiece a odiarme siempre tendré al resto más pequeños que me sigan dando abrazos calentitos.
Instinto materno, buen amigo, no me hagas que a partir de ahora me obsesione viendo barriguitas por todos lados, que ya somos suficientes en esta familia y estamos muy FELICES LOS 4 😋 🎶
PD: además ya discutimos en otro post que “tres es estar loca de remate” o al menos eso dice la gente…