¿Duermes sola? No, gracias

Una noche cualquiera…

5:23 horas de la madrugada: la hermana mayor se desvela y papi se acerca a su habitación a consolarla, mientras enciende todas las luces, y en menos de 20 segundos ya está de vuelta con ella y la acuesta entre nosotros dos (nuestro papi está repleto de amor…pero de muy poca paciencia). Confieso que me encanta cuando ella se queda dormida rápidamente, feliz de estar en nuestra cama, y yo me aprovecho y le doy besitos, y siento paz al recordar como yo de pequeña (y no tan pequeña) lloraba asustada sola en mi cuarto cada noche.

Me aseguro que todos duermen (papi se durmió en el mismo instante que la echaba en la cama…envidia de la mala le tengo por tener esa facilidad para dormir) y me dispongo a volverme a dormir yo.

5:43 horas de la madrugada: la bebé que dormía tranquilamente en su cuna se despierta de nuevo (se desvela cada hora y media aproximadamente), así que le doy el pecho en la cama familiar y, como de costumbre, las dos nos quedamos dormidas enganchadas. A veces me levanto e intento dormirla en brazos…pero está demostrado que esta técnica suele fracasar en el 99,99% de los bebés (y también está demostrado que el otro 0,01% se trata del bebé de tu cuñada o de tu mejor amiga que sí duerme “del tirón”).

Muchas noches pienso que es necesario acabar con esta situación de “colecho” familiar de 4 en una cama de 150 cm. Pero por la mañana al despertar con la voz de la hermana mayor diciéndome “mami buenos días” y con la bebé que automáticamente levanta su cabecita de mi pecho y con esos ojazos nos mira y sonríe, entonces el instinto maternal me anula el juicio y me siento la mami más feliz del mundo.

Está demostrado que cuando vemos a tu hij@ sonreir se activa en tu cerebro el botón de “restaurar a valores originales”, y automáticamente olvidamos TODO lo “malo” de la lactancia materna, del colecho, la falta de sueño y el dolor de espalda, de la maternidad en definitiva. Lo cual nos permite sobrevivir un día más, una noche más, un catarro más, una rabieta más…

Así que a la pregunta “¿Duermes sola?” respondo orgullosa luciendo mis ojeras “No, gracias”.

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